jueves, 2 de febrero de 2017

dialogo de dios con la mujer











Tendrás que determinar quién es Dios para ti a fin de que puedas hablarle confiadamente. ¿Quién es Dios y cómo lo defines? ¿Ves a Dios como una figura paterna o materna, como un maestro, como un amigo distante o cercano, como alguien que está más cerca que una hermana o hermano? ¿Es Dios un guía espiritual abstracto? ¿Tu conexión con Dios está arraigada en una relación espiritual y personal con él o sigues la forma y el orden de tu religión para comprender quién es Dios para ti? Lo que sea cierto para ti determinará cómo ves y hablas a Dios. Además, la manera en que ves a Dios
 Se te hace más sencillo hablar con alguien cuando persistes en establecer una relación basada en el diálogo con una persona a la que realmente le importas.[1] Así que decirle a Dios tus cargas y tus alegrías ayuda a afianzar tu relación con él. Saber que Dios quiere escuchar de ti y compartir todas tus alegrías, tus esfuerzos y tus pensamientos es el primer paso para establecer esa relación. Además, puedes fortalecer esa relación leyendo acerca de cuánto te quiere Dios en la literatura espiritual
Hablar con Dios como un gran amigo es diferente de simplemente rezar como una necesidad o un deber. Así como con un amigo, tu expectativa es que la comunicación sea mutua al notar cómo responde, ayuda o enseña Dios. Aunque la oración puede ser más una , hablar implica una conversación.
 Habla con Dios como si una persona física estuviera enfrente de ti. Puedes hablar con Dios acerca de tus problemas diarios, de los pensamientos que tengas en ese momento, de tus esperanzas, de tus sueños e incluso decirle (y decirte a ti mismo) acerca de las cosas por las que estás agradecido. Puedes hablar con Dios sobre temas casuales o difíciles, como lo harías con un amigo al que le importas.
Por ejemplo, imagina que tienes una discusión continua con un amigo. Puedes decir “Dios, no sé qué más decirle  A Dios y aún no podemos llegar a ningún acuerdo. No quiero pensar que no podemos superar esto, pero no sé qué más hacer o decir”.
¿Alguna vez has estado asombrado por un día alocado y hermoso? Habla con Dios acerca de ese regalo que te da. “Dios, el día está hermoso. Me encantaría pasar el día orando y pidiéndole ayuda a Dios


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