El pequeño gesto de un niño es consecuencia de algo mucho más grande que él mismo. La sonrisa de un niño apenas dura unas milésimas de segundo, pero es algo que perdura por siempre. Enriquece a todos los que tienen la gran suerte de recibirla y nos hace recapacitar y sentir que vendrán tiempos mejores.
La sonrisa es un gesto de buena voluntad, por eso la sonrisa de un niño hace aflorar su inocencia y bondad. Es un don que poseen los de menor estatura y que proporciona una increíble fuerza vital para mover lo inamovible, para sentir esperanza y cobijo, y para apreciar toda la esencia de este mundo a veces inhóspito y poco caritativo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario